Todo lo que necesitas saber sobre las sociedades interpuestas. En el mundo de los profesionales y autónomos, la idea de facturar servicios a través de una sociedad mercantil es atractiva. La principal razón es la diferencia entre el tipo impositivo del Impuesto sobre Sociedades (generalmente más bajo) y el del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), que puede llegar a ser significativamente más alto.
Sin embargo, lo que a priori parece una estrategia de planificación fiscal puede convertirse en un grave problema si Hacienda lo interpreta como una sociedad interpuesta.
¿Qué considera Hacienda una sociedad interpuesta?
Para la Agencia Tributaria, una sociedad interpuesta es una estructura jurídica utilizada por un profesional (abogado, arquitecto, consultor, etc.) para canalizar sus ingresos con el único fin de evitar la alta tributación del IRPF.
En esencia, se trata de una simulación, donde la persona física sigue siendo quien realiza la actividad, pero la sociedad se usa como un simple intermediario o “pantalla”.
El foco de la inspección
El foco de la inspección no está en la existencia de la empresa, sino en su falta de realidad económica. La clave es determinar si la sociedad tiene una actividad propia y sustancial, o si es simplemente un vehículo para reducir la carga fiscal personal.
Señales de alarma que disparan una inspección
Hacienda ha desarrollado un ojo clínico para detectar estas situaciones. Los principales factores que levantan sospechas son:
- Ausencia de recursos materiales y humanos: la sociedad no tiene una infraestructura real. Carece de oficina propia (o es la vivienda del profesional), no tiene empleados más allá del socio-profesional y su equipo de trabajo es mínimo.
- El profesional es el único activo: la actividad depende exclusivamente de las habilidades personales del socio. Si el profesional desapareciera, la empresa no podría seguir operando.
- Riesgo inexistente: la sociedad no asume los riesgos empresariales típicos de una actividad, como inversiones, gastos operativos significativos o riesgos comerciales.
- Vínculo directo entre el profesional y el cliente: los clientes contratan y se relacionan directamente con el profesional, no con la sociedad. El contrato de servicios, si lo hay, es con el profesional, no con la empresa.
Las graves consecuencias de ser descubierto
Si la inspección de la Agencia Tributaria concluye que su empresa es una sociedad interpuesta, las consecuencias pueden ser muy duras:
Recalificación de rentas
Los ingresos facturados por la sociedad son atribuidos directamente al socio-profesional. Esto significa que Hacienda exigirá el pago del IRPF correspondiente, aplicando los tipos impositivos que habrían sido aplicables si la actividad se hubiera ejercido como autónomo.
Liquidación de intereses y sanciones
A la deuda principal (el IRPF no pagado) se le sumarán los intereses de demora y una sanción económica que puede oscilar entre el 50% y el 150% de la cuota defraudada, dependiendo de la gravedad.
Pérdida de ventajas fiscales
La sociedad puede perder el derecho a aplicar ciertas deducciones o a tributar bajo el Impuesto sobre Sociedades.
¿Cómo defenderse? Creando una sociedad con “sustancia”
Para evitar la clasificación como sociedad interpuesta, la clave es demostrar que su empresa tiene una actividad real y diferenciada de la persona física.
Algunas medidas cruciales son:
- Aportar valor añadido: la sociedad debe ofrecer algo más que las habilidades del profesional. Por ejemplo, puede tener un equipo de empleados que presten soporte, gestionar la cartera de clientes de forma colectiva o desarrollar productos y servicios de valor.
- Disponer de recursos propios: es fundamental que la sociedad cuente con su propio domicilio social y centro de trabajo (no la vivienda del profesional), equipamiento y personal contratado.
- Asumir riesgos empresariales: demuestre que su sociedad realiza inversiones, asume gastos de personal, de publicidad o incluso que tiene pérdidas en sus cuentas. Esto muestra que opera en el mercado de forma independiente.
- Formalizar las relaciones: la sociedad debe tener contratos con los clientes, y el profesional un contrato laboral o mercantil con la propia sociedad, que justifique la percepción de un salario o de unos servicios.
Conclusión sobre las sociedades interpuestas
En definitiva, la inspección fiscal no busca castigar a quienes tienen una sociedad, sino a quienes la usan indebidamente. La diferencia entre una correcta planificación fiscal y una simulación reside en la sustancia y la legitimidad de su negocio.
Consultar con expertos en fiscalidad es siempre la mejor forma de asegurar que su estructura empresarial es robusta y cumple con la normativa.
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